Llegar de vuelta a Puerto Montt tuvo de dulce y agraz. Aquí finalizaban 3 meses de idas y venidas por distintos países y ciudades, se terminaban las horas en buses, escuchando música, las idas y vueltas a los aeropuertos, los cambios de moneda y los cálculos mentales, los paisajes nuevos, los viejos conocidos, la camaradería entre viajeros, etc., etc.
Cuando puse los pies en Santiago, no pude evitar pensar “Bienvenida, realidad”.
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